Cómo se construyó nuestro X-Wing de Luke Skywalker

Ya tenemos en la sala de simuladores de vuelo la réplica de la nave X-Wing, como esa que pilotaba Luke Skywalker en la mítica saga de la Guerra de las Galaxias. Este proyecto está capitaneado por Jordi Palet, restaurador Amigo del Museo. Y, como cada gran obra del Museo, es un proyecto coral que ha tenido colaboradores de gran relevancia.

La idea surgió a raíz del proyecto de simulación de la Cessna 172 que, junto con el simulador de Boeing 737 y el pequeño simulador Frasca de entrenamiento ya existentes en el Museo, le están dando forma a un nuevo escenario de vuelo simulado en el Museo.
(¿Quieres saber más sobre las sesiones de vuelo simulado del Museo? Pincha aquí.)

Y, puesto que tenemos aviones del pasado y tenemos aviones del presente, ¿por qué no añadir algo futurista?, pensó Jordi. Futurista, pero conservando elestilo ‘vintage’ de los primeros episodios de la saga.

La propuesta inicial fue la de hacer una nave dinámica, cuyos efectos especiales invitaran al usuario del simulador a integrarse en el escenario. A esto ha ayudado que la cabina se levante sola al accionar un botón o que el mando principal se adapte al usuario de manera digital. Para conseguir estos efectos especiales, Jordi utilizó dos motores lineales reciclados, que procedían de la puerta de un garaje.

Es una constante en su fabricación el reciclaje o la reutilización de materiales diversos procedentes de la colección no expuesta del Museo, lo que ha permitido que, con una inversión mínima, consigamos un nuevo simulador de vuelo.

Como muestra, la base metálica sobre la que se sostiene la nave procede de la estructura de una exposición temporal clausurada.

Los paneles de madera que cubren la estructura en su exterior pertenecen a unas protecciones de embalaje de estanterías de Ikea, cuya utilidad se plantea sólo para su transporte hasta el montaje. Pero no para este Museo con afán de reutilización.

Toda la decoración del motor proviene también de materiales reciclados, extraídos principalmente de aparatos informáticos que habían dejado de funcionar: placas de circuito, mangueras, tornillos, entre otros. Todo sirve.

Para los efectos luminosos de la nave, que aumentan su realismo, su autor ha reciclado materiales de su colección.

Todo el sistema de encendido está conectado, bien por un botón de activación, bien por un sistema de programación mediante un Arduino.

A los efectos luminosos se le añaden efectos de sonido que emulan a los existentes en la saga galáctica.

Aunque en un principio el simulador no pretendía incluir a R2D2, una ensaladera de gran tamaño que asomaba en un contenedor, en perfectas condiciones, le hizo cambiar de opinión a su fabricante.

La rotulación de R2D2 fue realizada en el laboratorio de imagen del Museo.

La cámara de R2D2 está reciclada de un mercadillo, por el objetivo de una cámara de fotos deteriorada.

El motor del interior de la cabeza está reciclado de una cámara de vídeo que se mueve 360º. Y también programada con un arduino. En definitiva, el droide ya gira su cabeza, se enciende y habla en su lenguaje original. Por tanto, lo vemos muy capaz de asesor al piloto que pretenda cumplir su misión en el simulador.

¿Cómo funciona?

El piloto puede entrar en la nave, tras abrirse automáticamente. Su vuelo comienza con el despegue, y con el joystick tendrá que capturar otras aeronaves. Tiene este toque vintage de programas de marcianitos, acorde con la época de la película,
pero adaptado a la calidad contemporánea.

También se plantea que pueda utilizarse como un caza de combate actual si se cambia el programa de vuelo, lo que permite otras recreaciones.

Ya hemos tenido varias sesiones con público de amigos del Museo, y la sonrisa que se les queda al probarlo es equivalente a la que se les suele ver a los que esperan en la cola el día del estreno de una de las películas a las que este simulador le ha conseguido hacer un divertido homenaje.

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